Desde niños sabemos lo que estimula y nos ayuda a tener más autoconfianza una palabra de aliento de alguna persona mayor.
Pero pasa el tiempo y cuando somos más grandes nos cuesta estimular a otra persona a través de la palabra: ¿porque razón dejamos de hacer eso tan bonito qué significa apoyar la vida y obra de otro ser humano?
Podríamos tener muchas razones y explicarlo de muchas maneras, pero lo esencial es que nos tornamos competitivos y algo más egoístas que cuando éramos niños; entonces nos cuesta apoyar emocionalmente al otro, porque lo creemos una competencia, y no es así, en realidad nos complementamos.
Hay oportunidades para todos. No dejemos de alentar a ese amigo, a ese compañero de trabajo o aquella pareja que realmente necesita nuestra palabra para sentirse que está en el camino correcto.
Una palabra puede hacer salir a una persona de una angustia que puede generar en una depresión, una palabra es tan útil qué puede cambiar hasta nuestra manera de mirar el mundo.
Omar Salgado
Para consejería cristiana